La obesidad es el problema nutricional más frecuente en occidente, producto del desequilibrio entre dieta y necesidades calóricas. Sus consecuencias acortan las expectativas de vida: los obesos tienen más riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y algunos tipos de tumores.
La necesidad de atender a esta problemática en nuestra comunidad, llevó a la creación del Programa de Estrategia y Control de la Obesidad (PECO). Desarrollado conjuntamente entre la Obra Social de la UNL y la Universidad a través de la Secretaría de Bienestar Universitario, comenzó en 2010 y desde entonces cada tres meses ingresan diez pacientes.
Cumpliendo con la ley de obesidad, la OSUNL se hace cargo de los costos de tratamiento de quienes ingresan. “Creo que no hay un programa de estas características en la región. Los pacientes no van sólo por la obesidad, se los atiende integralmente y la conformidad de la gente es muy notoria. No es un programa masivo sino para quienes realmente tienen el problema de la obesidad”, dice el Dr. Leandro Pinotti, coordinador de UNL Saludable y responsable del PECO.
Trabajo interdisciplinario
La primera fase del Programa es de tres meses. Se realizan consultas, análisis, estudios diagnósticos. La segunda fase, hasta cumplir dos años de tratamiento, es un período de evaluación del descenso de peso. Se desarrollan estrategias para modificar hábitos alimentarios y de actividad física, talleres grupales y apoyo psicológico.
El equipo de trabajo comprende a nutricionistas, profesores de educación física, médicos, psicólogos, kinesiólogos y terapistas ocupacionales que abordan de manera integral la obesidad. “Se trabajan las capacidades aeróbicas, la fuerza, la flexibilidad. Adaptamos las actividades a las capacidades de cada uno. Pero sobre todo intentamos que sean placenteras, que no sea una obligación más”, dice Augusto, profesor de educación física. La nutricionista, Alicia, apunta a incorporar pautas. “La idea es tener criterio y orden. Orientarlos y afianzar hábitos saludables y sostenibles en el tiempo”. El objetivo es contar con un diagnóstico temprano, un tratamiento oportuno y adecuado y brindar información precisa a los pacientes.
El grupo es la clave
Ma. Laura es psicóloga y lleva adelante los talleres semanales. “Tratamos de ver las relaciones que uno establece con la comida. Lo bueno de trabajar en grupo es la contención. Comparten el mismo idioma, la misma situación, se sostienen entre ellos”, dice.
Los participantes no sólo se muestran conformes con el descenso de peso sino motivados por la experiencia grupal y las actividades multidisciplinarias. “Estamos todos en lo mismo. No es como ir a un gimnasio o a una nutricionista solo. Es más compartido y eso ayuda”, cuenta Mónica, que ya bajó 14 kilos. Daniel es jubilado, como el 15% de los pacientes. “El tratamiento requiere un compromiso y el grupo hace que nos estimulemos. Si alguno tuvo alguna dificultad estamos atentos para darle una mano”, cuenta. Eugenio ya bajó 42 kilos. “Estoy muy contento porque esto me ha cambiado la vida. Todo se complementa, el taller es tan positivo como la gimnasia”, dice. Para Marta, el tratamiento es un cambio de mentalidad. “Te conectás con las cosas de manera diferente”, dice.
Balance y futuro
Los primeros grupos eran heterogéneos y había casos extremos con cuadros complejos. Hoy, cuenta Pinotti que “entra gente que está muy activa, trabajando. Se está tomando diez años antes que en los primeros grupos”. Actualmente, se apunta a la expansión y a bajar los índices de deserción. Para los menores de 18 años se está armando un PECO infantil, además de un PECO nocturno. Y con la reciente incorporación del programa en Esperanza, se calcula que alrededor de 110 personas podrán acceder al tratamiento. El desafío: seguir creciendo.